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EL OCULTISMO CUBANO COMO MECANISMO DE DOMINACIÓN EN VENEZUELA

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Exhumación de Simón Bolívar

POR: GRUPO DE CATOLICOS LAICOS CON ASESORIA DE SACERDOTES.

PUBLICADO EL 3/12/2013

Introducción

Muchos tratados se escribirán intentando explicar qué fue lo que sucedió; dilucidando por qué un país democrático, en pleno desarrollo y con un futuro promisorio, consintió que una nación inferior en muchos aspectos la gobernara, la despojara de sus más valiosos recursos, y la hiciera retroceder varias décadas hacia el pasado. Pero difícilmente esos escritos abordarán el tema que plantearemos a continuación.
 
El castro-comunismo no es solamente un modelo político; es ante todo un proyecto metafísico (es decir, más allá de lo material). Muchos creen que, por estar basado en el marxismo, entonces el régimen cubano es ateo, pero no es cierto. Sus dirigentes comparten un culto primitivo, de origen africano, basado en la santería y en la práctica de ritos, algunos de ellos satánicos, lo cual explica su capacidad ilimitada para hacer el mal.
En mayo de este año, el vicepresidente cubano, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, sostuvo un encuentro con los dirigentes de la Asociación Yoruba de Cuba (babalaos o babalawos), y les dijo “ustedes han sido muy fieles a la revolución”. Seguidamente añadió “cuando uno ve los símbolos de la asociación, aprecia que tenemos los mismos propósitos e intereses” ( http://to.ly/qiSY). La noticia apareció desplegada en la primera página del diario Granma ( http://to.ly/qiT3).
No es el objetivo de este texto analizar la influencia de los poderes ocultos sobre el mundo real. Ese tema corresponde a los teólogos. Nos referiremos exclusivamente a los aspectos políticos y psicológicos; es decir, al impacto que ocasiona en una nación el hecho de ser gobernada por quienes practican la santería u otras formas de brujería. También explicaremos cómo combatir este tipo de gobernantes y haremos algunas propuestas al respecto.

Fe, razón y ocultismo
La característica esencial del ser humano —lo que lo diferencia de las bestias— es su capacidad racional. Pero además de los dones de entendimiento y de raciocinio, el hombre nace con una “ley natural” inscrita en su alma; una serie de preceptos universales sobre el bien y el mal, que no cambian a través del
tiempo, y que son aplicables a todos los hombres, independientemente del lugar donde vivan, de la raza, el sexo, o la cultura.
Según Santo Tomás de Aquino, la ley natural “no es otra cosa que la luz de la inteligencia infundida en nosotros por Dios. Gracias a ella conocemos lo que se debe hacer y lo que se debe evitar”. Se llama ley natural porque todo ser humano está sujeta a ella, y porque su esencia puede ser captada por la luz de la razón sin ayuda sobrenatural. Sabemos, por ejemplo, que matar o robar es malo, porque nuestra razón así nos lo dicta, aunque no abriguemos religión alguna ( http://to.ly/qiTP).
En la religión católica, profesada por la inmensa mayoría de los venezolanos, la razón y la fe se complementan y son perfectamente congruentes entre sí. Es decir, la “ley revelada” y la “ley natural” coinciden plenamente. La revelación va un poco más allá de lo que dicta la razón —porque ahonda, por ejemplo, sobre el verdadero significado del amor, hasta dar la vida por el prójimo— pero no la contradice. Además, el objetivo declarado de la Iglesia Católica, en cuanto a lo social, es el “Bien Común”.
En cambio, la brujería y el esoterismo son profundamente irracionales y primitivos. Quienes practican sus ritos, lo hacen para buscar un beneficio personal, muchas veces injustificado, aún al costo de perjudicar a otros. Es decir, la brujería no solamente contradice la razón, sino que viola la ley natural de manera sistemática y recurrente.
La brujería comparte con la filosofía marxista un mismo lema: “el fin justifica los medios”, opuesto frontalmente a la doctrina cristiana que declara exactamente lo contrario ( http://to.ly/qjyW). Así, durante la Revolución rusa, y en vista de las enormes pérdidas que acarreaban las acciones del Ejército Rojo, el hambre, los movimientos forzados de población y otras acciones de su gobierno, Lenin escribió: “Que mueran los que tengan que morir, pero la patria debe vivir” ( http://to.ly/qjz8).
Cuando una persona se habitúa a practicar la brujería u otras formas de ocultismo para obtener los fines egoístas que persigue, entonces se oscurecen en su alma los preceptos de la ley natural que están inscritos en ella, hasta finalmente quedar anulados. El individuo va progresivamente perdiendo su condición humana—solidaridad, conmiseración, respeto a los demás, sensibilidad, etcétera— y se va convirtiendo en una bestia. Ocurre lo que en términos bíblicos se denomina el “endurecimiento del corazón”.
Las prácticas ocultistas pueden derivar en una degradación aún peor, porque luego de experimentar un cierto período de insensibilidad, la persona puede llegar a deleitarse con el sufrimiento ajeno y a disfrutar cuando ocasiona el mal a sus congéneres. Alcanzado este punto, el sujeto se enferma o enloquece, porque su naturaleza humana choca con la aberración en la que se ha convertido.
                                                                         
Gobernantes y ocultismo
Para un dirigente político, no es difícil caer en la tentación de recurrir al ocultismo. Basta anteponer al bien común su ambición de acceder a un cargo público o de permanecer en el poder, para invocar fuerzas sobrenaturales que le ayuden a lograr sus fines.
Ejemplos de este fenómeno existen muchos y la literatura universal los registra con frecuencia. En su obra Macbeth, Shakespeare relata cómo la ambición traiciona a este general escocés, y lo lleva a requerir de la brujería para alcanzar el poder. Al final, Macbeth, un hombre originalmente bueno, comete numerosos crímenes, enloquece, y finalmente muere al filo de la espada. Otros personajes, como el Fausto de Goethe, o el Dorian Gray de Oscar Wilde, también “venden su alma al diablo” para obtener sus fines mezquinos y todos ellos terminan mal, luego de causar un terrible daño a terceros.
En Latinoamérica, no es un secreto que muchos gobernantes, sobre todo en los países del Caribe, consultan brujos y adivinadores del futuro. En el caso de Cuba, el asunto es más grave, porque la santería se promueve desde las más altas esferas del poder, y muchas veces se usa para manipular a dirigentes políticos incautos, que viajan a La Habana desde otras naciones para consultar asuntos de Estado a los babalaos.
Al colocar la frase “Hugo Chávez y la santería” en cualquier buscador de Internet, emergen decenas de notas sobre el tema, algunas de ellas presentan los testimonios de sus ex colaboradores, sobre las prácticas santeras del fallecido mandatario, incluso con sacrificio de animales ( http://to.ly/qnJm). Es público que los babalaos cubanos ofrecieron a Chávez ayudarlo durante su convalecencia ( http://to.ly/qjAW). En medio de su enfermedad, santeros cubanos y venezolanos le dedicaron un toque de tambores en el centro de La Habana. Según la nota de prensa, “tocaron, bailaron y ofrendaron a los orishas (dioses) del panteón Yoruba por la plena recuperación de la salud del hermano Chávez” ( http://to.ly/qjB3).

Estructuras de pecado
En su encíclica Solicitudo Rei Socialis, el Papa Juan Pablo II denunció la existencia de ciertas «estructuras» que conllevan dos características: “el afán de ganancia exclusiva, por una parte; y por otra, la sed de poder, con el propósito de imponer a los demás la propia voluntad a cualquier precio”.
Según Juan Pablo II, estas «estructuras de pecado» “se fundan en el pecado personal y, por consiguiente, están unidas siempre a actos concretos de las personas, que las introducen, y hacen difícil su eliminación. Y así estas mismas estructuras se refuerzan, se difunden y son fuente de otros pecados, condicionando la conducta de los hombres” ( http://to.ly/qjKq).
Cuando las ideologías políticas —como por ejemplo el castro-comunismo— conllevan en su seno un proyecto metafísico maligno, entonces las creencias individuales de sus dirigentes se difunden y se convierten en prácticas colectivas, transformándose en «estructuras de pecado».
En una primera etapa, el aparato del Estado se contagia de la misma forma malévola de pensar y de actuar. Esto explica que absolutamente todos los dirigentes de los poderes públicos se mantuvieran incólumes frente a la muerte despiadada de Franklin Brito; o que contribuyesen sin remordimiento a la prisión y tortura de ciudadanos inocentes, como Iván Simonovis y María Afiuni; o que pudiesen mentir descaradamente sobre las circunstancias de la enfermedad y muerte de su propio líder, Hugo Chávez.
En una segunda etapa, buena parte de la sociedad se va contagiando del mismo mal, y se va degradando paulatinamente, hasta perder los sentimientos humanos más elementales. Esto explica el episodio del saqueo de camión de comida accidentado en Caracas, mientras que su conductor agonizaba, sin recibir ayuda alguna por parte quienes asaltaban la carga ( http://to.ly/qjOj). También explica el comportamiento de miles de venezolanos que participaron en el pillaje a las tiendas de electrodomésticos, auspiciado por el señor Nicolás Maduro.
                                                          
¿Por qué Castro pudo dominarnos?
En su célebre homilía del 14 de enero de 2006, con motivo del Día de la Divina Pastora, el Cardenal Rosalio Castillo Lara denunció que “un gobierno elegido democráticamente hace siete años ha perdido su rumbo democrático y presenta visos de dictadura, donde todos los poderes están prácticamente en manos de una sola persona que los ejerce arbitraria y despóticamente; no para procurar el mayor bien de la nación, sino para un torcido y anacrónico proyecto político: el de implantar en Venezuela un régimen desastroso como el que Fidel Castro, a costa de tantas vidas humanas y del progreso de su nación, ha impuesto a Cuba” ( http://to.ly/qkg5).
Castillo Lara explicó por qué el régimen cubano ha podido imponerse sobre Venezuela: “Nuestro Señor Jesucristo ha querido, quizás, darnos una dura lección por nuestras infidelidades, por no haber sabido aprovechar los dones que nos dio de una naturaleza tan fértil y rica, de una población inteligente, trabajadora y generosa, y por no haber ayudado debidamente a los más necesitados y no haber vivido limpiamente nuestra fe cristiana”.
En efecto, a pesar de su consabida experticia en manipular a otras naciones, Cuba jamás habría podido dominarnos si no se hubiese encontrado con una Venezuela disminuida moralmente. Décadas de dinero fácil proveniente del petróleo; hedonismo, materialismo y consumismo desmedido; pérdida de los valores familiares; desigualdad social; y sobre todo, decaimiento de la fe cristiana;
mermaron nuestros “anticuerpos” morales, y permitieron que los cubanos se aprovechasen de nuestra debilidad.
Para lograr sus fines, Fidel Castro explotó la fragilidad de Hugo Chávez, exacerbando sus resentimientos, producto entre otros motivos de una mala formación familiar. Castro pudo manipular sicológicamente al comandante venezolano, haciendo uso de la santería y el ocultismo, hasta hacerlo totalmente dependiente a los dictados de La Habana. Chávez fue transformándose paulatinamente, mostrando en sus facciones los efectos del ocultismo, hasta convertirse en un ser despiadado, como su maestro Fidel Castro, capaz de mentir descaradamente y de hacer daño a terceros sin el menor cargo de conciencia.
Fue en Cuba donde se diseñaron las estrategias que sirvieron para destruir la democracia y acabar con las libertades en Venezuela, como por ejemplo, modificar la Constitución para controlar los poderes públicos, usar los recursos del Estado para comprar y corromper oficiales de las Fuerzas Armadas, controlar al CNE y recurrir al fraude para mantenerse en el poder, infundir el miedo en la población por medio de la persecución política, financiar candidaturas en otras naciones para expandir el proyecto y contar con mandatarios extranjeros que validaran las acciones dictatoriales de nuestro gobierno, y así sucesivamente. Hugo Chávez fue solamente el instrumento por medio del cual los cubanos pusieron en práctica su proyecto de dominación.
Durante su juventud, los cubanos lograron controlar a Nicolás Maduro, mediante la ideología, y luego ofreciéndole el poder sin merecerlo; pero, no conformes con eso, ahora pretenden transformar a Maduro por medio de la santería y el ocultismo, hasta convertirlo en un zombi, capaz de recibir las órdenes más descabelladas desde La Habana y llevarlas a cabo sin chistar. Esto les permitirá concluir definitivamente su proyecto de dominación, que según algunos expertos, incluye decretar la fusión entre ambas naciones.
Fausto y Macbeth “vendieron su alma al diablo” como resultado de una decisión individual; pero el régimen cubano ha conseguido diseñar un mecanismo colectivo, mediante el cual muchos dirigentes políticos les venden su alma — haciendo uso de la santería— a cambio del poder. De esta manera han logrado conformar una «estructura de pecado» en toda América Latina, que enaltece y avala la figura de Fidel Castro, pese a ser uno de los hombres más malvados de la historia moderna.

¿Como derrotar a un líder maléfico?
Una persona ensoberbecida por el poder, que ha cometido numerosos crímenes, y que además está “lavada de cerebro” debido a sus prácticas ocultistas, es un individuo que no razona, ni mide las consecuencias de sus acciones. Es capaz de hacer cualquier cosa, por muy grave que ésta sea, con tal de mantenerse en el poder.
A un sujeto de estas características no se le puede convencer con argumentos de altura, ni está dispuesto a someterse voluntariamente a la voluntad popular. A cada acción cívica para sacarlo del poder, responderá con puño de hierro, con violencia sin límite, y con estratagemas cada vez más perversas. Por eso resulta risible pensar que Maduro abandonará la presidencia por medio de una elección.
Frente a una amenaza como la que hoy experimenta Venezuela, la Constitución establece cuáles son los dispositivos para defender la democracia y garantizar la integridad de la nación. Dado que nuestro país es víctima de una invasión cubana, dado que la Carta Magna se viola sistemáticamente, y dado que las libertades y los derechos humanos están siendo pisoteados por el Gobierno, la Ley obliga a las Fuerzas Armadas a usar el poder que les ha otorgado la nación para defender la patria.
Al igual que la sociedad civil, el sector castrense está fraccionado y debilitado, debido a la acción perniciosa de los cubanos en ese medio; pero todavía queda una reserva moral, capaz de preservar los valores más sagrados de la nación. Los civiles deben exigir a los militares patriotas que cumplan con su deber de restablecer la vigencia de la Constitución, y luego apoyarlos en conformar un gobierno cívico-militar de transición, que garantice la independencia y la paz, limpie las instituciones y —entonces sí— convoque a elecciones generales.

Un tipo especial de lucha y de luchador
A diferencia de lo que ocurre en un sistema democrático corriente, la promesa de un cargo público no es suficiente incentivo para enfrentar el modelo castro-comunista. Ciertamente, se requiere de una fuerza interna extraordinaria para atreverse a luchar hasta las últimas consecuencias contra un régimen que amenaza con la cárcel o con la muerte. Una persona sólo arriesga su vida si está motivada por un fin superior, de carácter trascendente.
Juan Pablo II sabía muy bien que era imposible combatir el totalitarismo marxista recurriendo sólo a medios políticos convencionales. En la mencionada encíclica, el Papa explicó que “tales «estructuras de pecado» solamente se vencen —con la ayuda de la gracia divina— mediante una actitud diametralmente opuesta: la entrega por el bien del prójimo, que está dispuesto a «perderse», en sentido evangélico, por el otro en lugar de explotarlo, y a «servirlo» en lugar de oprimirlo para el propio provecho”. Y luego añadió “las «estructuras de pecado» sólo podrán ser vencidas mediante el ejercicio de la solidaridad humana y cristiana, a la que la Iglesia invita y que promueve incansablemente”

http://to.ly/qjKq). Queremos resaltar la frase “con la ayuda de la gracia divina”, porque el ser humano —o una sociedad— es incapaz de derrotar un proyecto metafísico sin auxilio espiritual.
Los militares y civiles llamados a liberar a Venezuela del dominio cubano y a reconstruir la nación luego del enorme daño causado durante catorce años de gobierno castro-comunista, deben ser personas imbuidas de valores superiores, dispuestos a arriesgar su vida por el bien del país, y decididos a “servir al prójimo en lugar de oprimirlo en el propio provecho”.
El estamento civil, por su parte, debe llevar a cabo un esfuerzo especial para recuperar los principios que se han perdido durante décadas de materialismo y hedonismo. Deben colocarse en primer plano los valores basados en el amor a Dios y a la patria, y el compromiso a fortalecer la familia como núcleo fundamental de la sociedad.
En un país mayoritariamente católico, como lo es el nuestro, lo natural es que la recuperación de los valores comience con una campaña nacional de oración y de ofrenda a Dios y a la Virgen. Las autoridades eclesiásticas y los laicos deben motivar a la población a implorar humildemente al Señor para que nos libere del dominio cubano y de las prácticas de ocultismo que lo caracterizan.

Recemos, como lo hizo el Cardenal Castillo Lara durante aquella histórica homilía, diciendo todos junto con él: “Apóyanos, dulce Divina Pastora, a aprender la lección y danos a todos la claridad de la mente para conocer y evitar el peligro, y la fuerza para superar democráticamente este momento difícil. Consíguenos el don de la paz, de la reconciliación, de la conversión y danos la alegría de la recuperada libertad. Así sea”.
24 de noviembre de 2013/ Solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo

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