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BRASIL: EL PAPA Y LA SEGURIDAD

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   El papa Francisco oficia una misa en la capilla de la residenca Sumare el martes en Río de Janeiro. El papa se tomó un día de descanso mientras las autoridades evaluaron el plan de seguridad para su visita a Brasil.

 Brasil confía en seguridad papal a pesar del ‘susto’

VIVIAN SEQUERA y MARCO SIBAJA

Pese a que una caravana de carros que llevaba al papa terminó atascada en el tráfico de una avenida importante de esta ciudad y que cientos de fieles se abalanzaron sobre el Fiat que transportaba a Francisco, funcionarios del gobierno brasileño dijeron el martes que su evaluación de la seguridad prestada al sumo pontífice es “positiva”. La frenética multitud rodeó la caravana papal el lunes por la tarde permitió que muchas personas lo tocaran cuando el papa estaba al interior del Fiat que lo transportaba, le tomaran fotos con sus teléfonos e, incluso, le pasarán un bebé para que el sumo pontífice lo besara.
La escena, que vieron decenas de millones de católicos en el mundo, alarmó a algunos espectadores y altos jerarcas de la iglesia, aunque el propio papa parecía encantado con la estridente acogida y mantuvo la ventanilla del carro abajo.
Francisco luego se trasladó en un vehículo sin techo ni vidrios blindados, similar al papamóvil, a través de muchedumbres que lo avivaron en el centro de Río.
Más tarde, la policía federal brasilera, encargada de la mayoría de la seguridad del Papa, hizo un anuncio optimista.
Dijo que convocó a una reunión para evaluar con funcionarios de una institución federal que supervisa mega eventos, con la policía de carreteras, que jugó un papel en la planeación de la caravana del lunes, y la oficina del alcalde de Río de Janeiro.
“La evaluación fue positiva pues no hubo incidente que involucrara al Papa o a cualquiera de los fieles”, según un correo electrónico enviado a The Associated Press por las autoridades.
El mensaje dijo que el enjambre de personas que rodearon el Fiat y detuvieron la caravana “se produjo por una serie de razones, en particular por la decisión del propio Vaticano, en relación con la visibilidad que le querían dar al Papa y el contacto que él busca con los peregrinos, expresado por él mismo. La velocidad reducida de la caravana y la ventana abierta del vehículo son los hechos que revelan el perfil de este pontífice y el impulso dado para que los fieles se le acerquen”.
Ninguna de las fuerzas devolvió las llamadas realizadas por The Associated Press el martes en busca de más información.
“Yo fui uno de esos alarmados”, dijo el cardenal Timothy Dolan, arzobispo de Nueva York y presidente de la Conferencia Episcopal de Estados Unidos. “Yo lo amo (a Francisco) y no quiero otro cónclave. Acabamos de terminar uno, así que no necesitamos que le pase algo, así que quizá necesitan ajustar la seguridad un poquito”.
“La gente de Brasil, la gente de América Latina tiende a ser entusiasta por naturaleza, simplemente son muy dinámicos en su fe”, agregó. Queremos, dijo Dolan, “el entusiasmo, la bienvenida exuberante, esa no es la sorpresa. Esperábamos eso. La sorpresa fue él, que dijera ‘no necesito seguridad’, ‘no necesito ese carro’. Pienso que ahora él sabe que lo necesita”.
Andreas Widmer, un ex miembro de la guardia suiza que trabajó protegiendo al papa Juan Pablo II del 1986 a 1988, dijo que las escenas de Río de Janeiro constituían una reminiscencia de algunos de los viajes más espeluznantes realizados por el llamado ‘Papa mexicano’, incluso después de haber sido herido en un intento de asesinato en la plaza de San Pedro en 1981.
Contacto con la gente
Widmer cree que estos sucesos hacen parte del trabajo de cualquier pontífice.
“Fundamentalmente hay que ver que el Papa no es como un presidente”, dijo Widmer el martes en una entrevista telefónica con la AP. “A un presidente se le puede encerrar en una casa y nunca verá personas comunes y corrientes. La oficina del Papa es un ministerio y un ministerio no pueda ser obstaculizado por temas de seguridad.”
“No se puede ser Papa y no ver a la gente”, agregó.
En la tarde, nadie asumió la responsabilidad por las multitudes y el desorden del lunes, que iniciaron cuando el conductor del Fiat que llevaba al Papa del aeropuerto al centro de la ciudad se equivocó de carril al seguir al primer coche de la caravana oficial.
Aún se desconoce quién manejaba ese primer vehículo, o para qué institución trabajaba el conductor.
Policías federales que controlan la seguridad del Papa en las zonas urbanas de Río dijeron a la prensa local que la culpa del impasse del lunes era de la Policía Federal de Caminos. Pero esa fuerza dijo que ellos sólo siguieron las especificaciones establecidas por los federales.
Entre tanto, la oficina del alcalde de Río dijo que no sabía nada de la ruta que tomó el Papa desde el aeropuerto hasta el centro de la ciudad y hasta el secretario general de la presidente Dilma Rousseff dijo que no sabía quién era el culpable del caos vehicular, pero que se sentía estaba “aliviado” de que Francisco hubiera salido ileso.
El secretario de Transporte de Río, Carlos Osorio, dijo que el Fiat en el que viajaba Francisco se pasó al carril equivocado de la avenida Presidente Vargas, de 12 carriles. En lugar de tomar los de la izquierda, libres de tráfico, el carro tomó los de la derecha, que estaban atestados de autobuses y taxis, lo que detuvo el automóvil donde viajaba Francisco.
Lo sucedido el lunes no proyectó la imagen de seguridad y confianza para una nación que vive protestas generalizadas desde hace un mes en contra de las políticas del gobierno, y que han paralizado decenas de ciudades, y que será el anfitrión de la Copa del Mundo en junio del 2014 y de los Juegos Olímpicos del 2016.
El portavoz del Vaticano, Federico Lombardi, aclaró que pese a las multitudes, Francisco no va a cambiar su decisión de utilizar un vehículo sin techo y sin blindaje, similar al papamóvil, incluso para los eventos multitudinarios que siguen en Brasil: el discurso que va a pronunciar en la playa de Copacabana el miércoles, la procesión de la Cruz del viernes, una vigilia prevista para el fin de semana y una misa en una zona rural de Río.
Lombardi dijo que el pontífice deliberadamente optó por utilizar el mismo coche que utiliza en la Plaza de San Pedro, y no el papamóvil.
“Obviamente él desea tener la posibilidad de un contacto muy directo con la gente”, dijo Lombardi. “Esto es claro y no una militarización de la situación. Pero las soluciones concretas no son escogidas por él. El carro es igual al que usa en (la plaza de) San Pedro, pero modificado con el techo abierto”.
Esa monumental plaza, sin embargo, es un escenario cerrado y bajo estricto control: policías italianos y del Vaticano rodean el lugar, los fieles son mantenidos detrás de altas barreras y equipos de guardaespaldas acompañan al auto todo el tiempo.
“Primero, el papa Francisco quiere estar cerca del pueblo”, dijo el arzobispo de Sao Paulo, Odilio Scherer. “Segundo, no ocurrió nada demás (el lunes), incluso cuando estaba preso en tránsito. Tercero, las autoridades de seguridad están haciendo su trabajo. Cuarto, no debemos exagerar en las cuestiones de seguridad como si fueran elementos peligrosos los que se le acercan. Somos gente de paz”.
Plan de seguridad
Al inicio de la visita, las autoridades brasileras dijeron que cerca de 10,000 policías y más de 14,000 soldados harían parte integral del plan de seguridad previsto para la visita papal, pero el lunes prácticamente no se vieron uniformados a lo largo de la ruta en la que Francisco fue rodeado por la multitud.
Pero el lunes había pocas barricadas instaladas y miles de fieles fácilmente flanquearon las calles que debían haber sido bloqueadas. En algunos lugares de la ruta, unas tres docenas de escoltas papales hicieron una cadena humana y a empujones mantuvieron a raya a la multitud.
En Río de Janeiro, Paulo Storani, experto en seguridad, indicó que hay que tener en cuenta dos aspectos que tienen que ser analizados con respecto al vehículo rodeado por los cientos de fieles. “Desde el punto de vista de un jefe de Estado, y el Papa es un jefe de Estado, es inaceptable lo que sucedió”, dijo. “Esa proximidad que las personas tuvieron con él fueron un riesgo de seguridad y hasta para su imagen”.
Pero “por otro lado, tratándose del jefe de una iglesia y una figura carismática como es el Papa, la situación es diferente porque él mismo quiere tener esa proximidad con las personas. La comitiva de seguridad tiene que adaptarse para evitar riesgos a la integridad física de él”, agregó Storani. La actitud del Papa “fue valiente en ir en carro abierto y no creo que va a cambiar esa actitud, pero va a necesitar mucha más atención para su seguridad”. Se va a necesitar “más trabajo de inteligencia policial para detectar amenazas potenciales a la seguridad del Papa y mayor presencia de agentes policiales vestidos de civil en el medio de la multitud para trabajar en su seguridad”.
Antes de ser Papa, Francisco dejó claro que la iglesia Católica debe dejar de ser una institución tan cerrada y que debe salir a los confines del mundo para interactuar con los más marginados.
Muchos cardenales han llamado la atención al discurso que Francisco cuando era el cardenal Jorge Mario Bergoglio, días antes de ser elegido como representante de Cristo en la tierra, en el que señaló claramente la misión de la iglesia.
La iglesia, dijo en su discurso, debe “avanzar hacia la periferia, no sólo geográfica, sino también existencial: hacía el pecado, al sufrimiento, a la injusticia, a la ignorancia y la abstención religiosa, a la miseria.”
“Cuando la iglesia no sale de sí misma para evangelizar, se vuelve autorreferencial y por lo tanto se enferma… Los males que, con el tiempo, se producen en las instituciones eclesiásticas tienen su raíz en (ser auto-referencial); una especie de narcisismo teológico”, dijo entonces Bergoglio.
Cuando se convirtió en Papa, esas palabras se volvieron acción, incluso antes de su viaje a Río de Janeiro. Su primera visita a una parroquia en Roma fue a una iglesia en un barrio pobre en las afueras de la capital. Su primer viaje fuera de Roma fue a Lampedusa, en la península italiana, una islita cerca de África, dónde lamentó la muerte de los inmigrantes que tratan de llegar a Europa.

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