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AUTÓCRATAS Y SU FINAL MUCHAS VECES VIOLENTO

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Mursi, Zelaya, Allende, Lugo y otros políticos del montón

Monday, July 15th, 2013
Internacionales/ Recuento
del monton
Cubamatinal/ A lo largo de 50 años he visto caer gobiernos que se creían populares y que fueron apoyados por mayorías más o menos discutibles y consensuadas y que contaban también con el apoyo respetuoso de los poderes del Estado, que se sometieron a la voluntad popular.
Por Julio Antonio Aleaga Pesant
La Habana, 14 de julio/PD/  Pero también vi caer a otros que confundieron la democracia y pensaron que el voto popular era un cheque en blanco que permite violentar a las minorías derrotadas en las urnas.
Pienso en Mohamed Mursi, el revocado presidente electo de Egipto, quien en solo un año logró reunir manifestaciones en su contra donde participó el 25 % de la población, la mayoría de ellas en la rebelde plaza Tharir.
Pero Mursi no es un caso aislado.   En 1973, el socialista chileno Salvador Allende, rompió el equilibrio interno del país y las fuerzas armadas interrumpieron su gobierno.   En 2009, el hondureño, Manuel Zelaya, desoyó los llamados hechos por los poderes del Estado, por las violaciones constitucionales que cometía y fue depuesto y enviado en calzoncillos a Costa Rica.
Más recientemente, Fernando Lugo, el corrupto ex obispo católico paraguayo que llegó a presidente del país, fue depuesto por el parlamento, al romperse el equilibrio con el partido que lo llevó a la presidencia.
Si en el caso chileno, el gobierno de Augusto Pinochet, surgido del sonido de sables y fusiles, fue cruento y se convirtió en una larga dictadura, en Honduras y Paraguay, la deposición de los presidentes aviesos vino acompañada del regreso expedito al orden constitucional tras elecciones limpias y ejemplares.
En dos de los tres ejemplos, las fuerzas armadas fueron las ejecutoras principales de la búsqueda del equilibrio hacia el interior de los sistemas. Pero sus actuaciones, por diferentes, merecen un espacio mayor. No obstante, la posibilidad de los matices, permite revisar lo que acaba de suceder en Egipto.
Mursi, que ganó las primeras elecciones limpias del país del Nilo en toda su historia, por una pequeña mayoría, fue el elegido por el voto de la Al-lkhwán Al-Muslimún (Hermandad Musulmana), una organización islamista fundada en 1928, luego del colapso del Imperio Otomano.
Si en un principio la Hermandad Musulmana era una organización fundamentalista, con la amplitud de sus bases y la occidentalización de sus líderes, además de la presión del ejército, que se considera una organización laica, optaron por la metodología no violenta de la Yihad Mundial.
Pero el que usaran una metodología no terrorista, no quiere decir que no aspiran al oscurantismo y al retroceso. Su objetivo estratégico es implantar un Estado islámico, basado en la Sharia y el rechazo a la influencia democrática en el país.
Por eso, durante los gobiernos de los coroneles Gamal Abdel Nasser, Anwar el Sadat y Hosni Mubarack vivieron en un limbo jurídico, normalmente tolerados, pero reprimidos, llegado el momento de algunos de sus vandalismos.
La oportunidad de ganar las primeras elecciones tras la primavera árabe por estrecho margen, le dio una errática señal a “la Hermandad”, quien pensando en el ejemplo persa en 1979, pensó que podía volver el Estado a la era feudal, con teléfono móvil. Pasó por alto la experiencia ganada por otras organizaciones civiles y en especial de Irán.
Su antagonista, la Kifaya, principal promotora de las manifestaciones contra Mubarak, no se desmovilizó y se mantuvo alerta ante lo que se venía venir: la violación de la ley y la ruptura del equilibrio político por parte del fundamentalista Mursi.
Los antecedentes de Kifaya (algo así como los “indignados” europeos, pero más serios), está en una coalición de individuos opuestos al régimen de los coroneles y que abogan por profundas reformas democratizadoras y la liberalización del mercado.
Su actitud alerta, mantuvo en vilo a los poderes del Estado (fuerzas armadas, parlamento y tribunal supremo), quienes en una maniobra conjunta, depusieron al régimen de los Hermanos Musulmanes.

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