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Brasil 1, Chile 1, Shangó 3
Nadie niega, ni aún los más fanáticos seguidores, que este Brasil 2.0 no llegaría a la final a menos que ocurriera un milagro en semifinales, cuando probablemente se cruzaría con Holanda.
Lo que no imaginaban siquiera los comentaristas más críticos es que la Seleçãotuviera que gastarse sus milagros tan temprano. Porque sólo un milagro salvó a Brasil frente a Chile, un equipo talentoso, ordenado e impetuoso aunque sin exagerar, sobre todo en lo primero.
Pues este Brasil necesitó de la mano de Dios (o de algún delegado suyo en el área futbolística) para desviar al larguero un remate chileno que enviaba a los brasileños a ver la final en un bar de Río con gafas oscuras y peluca. O para hacer que los chilenos tiraran los penaltis de manera horrenda y que a pesar de que los brasileños fallaran un par de veces terminaran ganando.
Y no se podrá culpar a Felipao por mucho que al poner en el terreno lo mejor que tiene parezca lo peor. Porque la realidad es que, como pocas veces en la historia, Brasil no tiene un centro delantero que valga la pena y sus opciones se limitan a dejar a "La Momia" Fred o cambiarlo por "Pata de Palo" Jo. Así que Brasil ha tenido que depender de los corners y los disparos de larga distancia como culquier equipo incapaz de enhebrar un par de jugadas peligrosas en el área. O de los reflejos de su portero en la ronda de penaltis.
Más que rezar Brasil deberá encomendarse a dioses elementales pero eficaces, esos que más que palabras piden sangre, si quieren salir vivos de su enfrentamiento con la Colombia de James Rodríguez. Algo tendrán que sacrificarle a esos dioses y a juzgar por el temaño del milagro deberá ser un elefante. O una manada completa.
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El conmovedor llanto y la pena de Gonzalo Jara tras perder el último penal de Chile ante Brasil
Luego de fallar en la definición ante Brasil, el defensa de la "Roja" no quería dejar la cancha y luego en el camarín, después de largos minutos, pudo calmarse. Lo definió como "el día más triste de mi carrera".
El palo izquierdo del meta Julio César no quiso que la bola ingresara al arco, lo que desató la pena más grande del zaguero nacional. Miró hacia el cielo, como buscando alguna explicación de lo que había pasado, se dio vuelta y comenzó una lenta caminata hacia donde estaban sus compañeros.
Jara ya había explotado en llanto, cuando varios de sus compañeros llegaron a consolarlo. No se veía bien. Estaba inmovilizado, no hablaba.
Miembros del plantel y cuerpo técnico se le acercaban, pero Jara caminaba mirando el cielo, levantaba los brazos y se tapaba su rostro con las manos. La pena lo invadía.
Y es más, tras varios minutos negándose a dejar la cancha finalmente aceptó abandonar el campo, pero antes, y junto a Gary Medel, Mauricio Isla, Jorge Valdivia, entre otros, caminó hacia la barra chilena y levantó sus manos en señal de perdón. El formado en Huachipato estaba abatido.
Ya en el camarín, Jara continuó lamentándose. "Se recriminaba que la eliminación era por su culpa, pero nosotros le dijimos que éramos un plantel y que cuando se perdía perdíamos todos", contó Jean Beausejour, uno de sus cercanos en la selección.
Una vez en la zona mixta, y cuando el ánimo era más de resignación, Jara no tuvo problemas para revelar su frustración. "Es sin duda el día más triste en mi carrera como futbolista. Lamentablemente perdí el penal, y de verdad que la pena es muy grande".
No se quedó ahí y reconoció que "lloré mucho, porque la impotencia fue muy grande. Estuvimos muy cerca de hacer historia, pero ya está. Lo importante es que mis compañeros y el técnico me entregaron todo su apoyo y eso se valora mucho y me da fuerza para levantarme de esto".
Jara siguió caminando por la zona mixta con los ojos muy irritados, dejando claro que las lágrimas no fueron pocas. La tristeza aún lo acompañaba hacia el bus.