Si hubiera un cambio miles de oficiales de alto rango perderían los privilegios otorgados en la era de Hugo Chávez
Abril 14, 2014 | Angelica Mora, Nueva York 
Foto tomada de El Nuevo Herald
El ala radical de la oposición venezolana sabe que debe mantener la lucha en las calles, como única alternativa a sacar a Maduro del poder, insistiendo que está controlado por los castristas, que se adueñaron del país petrolero para poder sobrevivir.
Hoy líderes, como María Corina Machado y Antonio Ledezma, argumentan que el diálogo entablado con Miraflores es una farsa, sólo para engañar al país y a la opinión pública internacional y no hay intención de aminorar la violencia ni poner en libertad a los presos políticos.
Sin embargo, el diálogo ha servido para enviar un claro mensaje al pueblo, de las razones del porqué de la lucha y la desobediencia civil iniciada el 12 de febrero.
Los militares venezolanos y los mismos chavistas se encuentra divididos, pero las órdenes de intervenir y poner fin a la crisis deben venir de los altos integrantes de la fuerza armada. La decisión de actuar es difícil que se tome, a menos que el disgusto general se acreciente al máximo.
Esto se debe a que la fuerza de mando militar teme al cambio. Miles de oficiales de alto rango perderían los privilegios otorgados en la era de Hugo Chávez, quien les concedió bienes, prebendas y salarios que los hicieron millonarios. Maduro solo tuvo que mantener ese tren de otorgamientos y añadir unos cuantos ascensos.
Ahí, en este asunto de pérdida de todo lo ganado y el temor a futuras investigaciones de los bienes adquiridos por generales, coroneles y otros importantes oficiales venezolanos, radica todo el nudo gordiano del asunto.
Sólo un golpe certero contra ese nudo podría cambiar drásticamente el panorama actual de Venezuela y eso es lo que la mayoría del país espera, pero no sabe de dónde, cómo y cuándo vendrá.