LOS DOS 11 DE SEPTIEMBRE

Pasado mañana, 11 de septiembre, se cumplen dos aniversarios trágicos: la caída y muerte de Salvador Allende en 1973 y el ataque terrorista contra Nueva York y Washington en 2001.

Ambos acontecimientos son trágicos no sólo por su saldo de muerte y sufrimiento humano, sino también porque marcaron, cada uno a su manera, el fin de una esperanza.

El derrocamiento de Allende y del gobierno de la Unidad Popular chilena significó el fracaso del más significativo ensayo de socialismo democrático en América Latina.

Más radical que las socialdemocracias de Venezuela y Costa Rica, pero respetuoso del pluralismo democrático y de los derechos humanos (violados sistemáticamente en Cuba y otros países de régimen comunista), Allende encarnó la esperanza de un régimen auténticamente transformador de las estructuras sociales, promotor enérgico de mayor igualdad y justicia social, sin sacrificar la libertad política y personal de la ciudadanía.

A diferencia de los seguidores ideológicos de Lenin y de Stalin, el líder socialista chileno sabía que la libertad individual, el Estado de Derecho y el pluralismo democrático no son conceptos "burgueses" sino valores permanentes de la humanidad que los verdaderos revolucionarios deben salvaguardar y enriquecer.

Porque el éxito de su ensayo hubiera afectado duramente tanto a las plutocracias capitalistas como a las burocracias colectivistas de América y del mundo, ambos extremos opresores coincidieron en que había que acabar con él.

Conspiraron, por un lado, la oligarquía local y consorcios transnacionales junto con estrategas de la guerra fría, y por el otro, Fidel Castro y el extremismo cubano y filocubano que se esforzaron por torcer el rumbo de la UP hacia el colectivismo autoritario y totalitario.

Líderes ambiciosos e insensatos del ala izquierda del Partido Socialista chileno sirvieron a la doble conspiración, pregonando un ultrismo desfasado que desacreditó a Allende ante los demócratas y provocó en su contra a la clase media.

Una vez caído Allende, la opción "tercerista" latinoamericana quedó muy disminuida entre los extremos opresivos del gorilismo de derecha y del castrismo.

El islamismo terrorista que arremetió contra las torres gemelas y el Pentágono el día 11/9/2001, por su parte, anuló la esperanza de la mayoría de la humanidad, de que su evolución histórica futura podría ser relativamente pacífica y paulatina.

Quedó al descubierto la intensidad de las frustraciones y los odios que nacen en medio de una sociedad mundial demasiado cargada de contrastes y desigualdades, y carente de valores culturales y éticos comunes.

Se acabó la civilización pre-terrorista y comenzó una nueva era de violencia, atentados, guerras preventivas y permanentes controles de seguridad.